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martes, 23 de febrero de 2016

Volved a levantarme del asiento


Que vuelva el Madrid,que vuelva el ganar por ganar,el pelear los balones,que vuelvan las entradas a por el balón,las camisetas llenas de barro,los partidos que acaban en el 90 y no al descanso,que vuelvan esos días que aunque no sabías si el Madrid iba a ganar no podías mantener el culo pegado al sofá.

Queremos que vuelvan los goles en el 90, como el de Lukita en Granada, queremos que nuestros jugadores nos vuelvan a dar un partido entero, que volvamos a gritar los goles, que nos sea imposible perdernos un minuto del partido, que abandonemos el pasotismo que esta generación ha impregnado en muchos de nosotros. 

Voy a intercalar, a cuenta de lo que estaba diciendo, un apartado sobre el partido de la Roma. Bien, victoria, eliminatoria medio solventada y al Bernabéu a entretener, pero yo, insisto, yo, no vi un buen partido. Vi dos equipos sin ganas de jugar y un partido que acabó con dos ramalazos que ponen al Madrid con pie y medio en cuartos. Y esto me daría igual si supiera que estos jugadores pueden dar más este año, pero no lo creo, y por eso no me convence nuestras opciones a esta edición de la Champions, y paso a explicar mis motivos.

Este Madrid a mí no me llama, sigo su escudo como una polilla sigue la luz de un farol, pero me aferro a él por glorias pasadas y por un futuro mejor, ya no remontamos, ya no creemos hasta el final, porque recordemos que hasta esta generación de jugadores que se ha ido degradando hasta ser algo insignificante en el legado del Madrid, ha sabido sobreponerse a resultados, hubo un tiempo en el que el Madrid sabía llegar al descanso perdiendo y acabar el partido en el minuto 90 con un resultado favorable. Alguno dirá, ya viene a hablar de Mou… pero no es así, en la temporada 09/10 con el sangre de horchata de Pellegrini y con una exhibición del señor Gutiérrez se le remonta al Sevilla un partido en el Bernabéu ganando 3-2 si no me equivoco y colocándonos líderes de una liga que luego se nos acabaría escapando… otra vez, de la misma manera, con Ancellotti la temporada pasada, el clásico del Bernabéu se gana 3-1 después de empezar perdiendo nada más empezar por gol de Neymar.

El Madrid no tiene una filosofía de juego concreta, se “ajusta”, y cojan esta frase con alfileres, a las directrices del míster de turno. Pero de una manera o de otra el Madrid siempre tenía ese recurso debajo de la manga de ese empujón de orgullo, ese ramalazo de casta que hacía sacar puntos de un partido miserable en términos de juego. Eso lo hemos perdido, los partidos de Mestalla, el Madrigal, el día del Betis, etc. 

El Madrid queda a merced de lo que haya hecho la primera parte porque en la segunda es incapaz de superar a los rivales. Muchos dijeron que lo que se vio contra el Betis era el camino, pero no señores, el partido empieza en el minuto 1 y acaba en el 90, y eso el Madrid no lo está sabiendo hacer.

Cuántos pueden decir que en el último año se han tenido que levantar del asiento a gritar un gol del Madrid (salvo el gol de Chicharito), invadidos por la emoción, llevados por ese madridismo que sentimos todos a gritar y a celebrar que nuestro equipo sigue en la lucha, que seguimos siendo un referente, que somos la envidia del mundo… nada es como debiera ser. Siento desahogar aquí toda la frustración que siento con este equipo, espero que por lo menos alguien se sienta identificado con lo que me pasa por la cabeza. 


Podría ahora añadir todos esos problemas que tenemos que repito una y otra vez en los podcasts pero tampoco es lugar de aburrir a nadie. Dado que no va a cambiar nada estructuralmente hasta verano, seguiremos entonando todos a una hasta quedarnos sin garganta: ¡HALA MADRID! 

Aún nos queda la Copa de Europa y la Liga no está matemáticamente perdida así que rememos todos que hasta mayo queda mucho. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Lo habéis mancillado


Hoy no hay banderas al viento, ni coches pitando por la castellana. Hoy no hay espontáneos llegando a la Cibeles a rendir pleitesía a nuestra diosa. Hoy sólo hay llanto e impotencia, y lo que es peor, resignación. El mundo ha contemplado hoy cómo el mejor club del mundo y de la historia se convertía en el juguete de un barça arrollador. Hoy muchos de los que antes (y ahora) eran gente a la que admiraba, y ahora son mis compañeros, que venían de aguantar hasta las 7 de la mañana por el Madrid, que además de eso a las 4 de la tarde ya estaban otra vez en la lucha soñando con ver derrotado y humillado al eterno rival, se ven obligados a narrar el esperpento que hemos visto hoy aquí. 

No se vosotros, pero yo me siento estafado. Estafado por un grupo de modelos de calzoncillos que a pesar de saber jugar al fútbol, desconocen por completo lo que es el Real Madrid, no saben cómo se vive un clásico como madridista, ese día que te pones la camiseta desde que te levantas, que cuelgas la bufanda en el borde de la cama esperando para marchar al bar con los amigos o con tu padre, con la ilusión en los ojos. Es un día en los que sólo estás pendiente de ese partidazo que vivirás en unas horas, de ver a tus héroes con el escudo en el pecho dejarse el alma en el campo.

Pero eso parece cosa de las teles en blanco y negro, de jugadores que admiraron nuestros padres y abuelos y de victorias que llegaron a los libros antes de que éstos se hicieran a ordenador. La vida ha cambiado en el Madrid, y desde luego no para bien. Me duele mucho ver que nuestro capitán y nuestra estrella, en días como hoy, se muestren como auténticos sinvergüenzas. La pena se descubre al correr el velo de la inocencia, y aquellos que antes eran nuestros héroes manchados de barro que luchaban hasta derrumbarse, se han convertido en los culpables de quebrantar la ley sagrada del madridismo: esta camiseta se puede manchar de barro o de sangre, pero nunca de vergüenza. La pasión la llevamos dentro todos, a todos nos duele verlo, y no hay más. No haré análisis táctico ni técnico porque seguro que otro lo hará mejor que yo, sólo os narró cómo he vivido este día negro para nosotros.

Hoy no ha habido bufandas al vuelo, tampoco ha habido gritos de  júbilo en los bares, ni siquiera un amago de alegría. Los niños miraban con incomprensión a sus padres que buscaban alguna razón que darle a su hijo para seguir creyendo, animando. Los rostros se llenaban de negación y las copas se vaciaban sin poder disfrutar de su contenido. Todo esto ha ocurrido hoy, y ha sido por vuestra culpa. 

Hoy habéis mancillado el escudo del Real Madrid, y esperamos que haya consecuencias.