La primera temporada de Trey Thompkins en el Real Madrid, es el perfecto ejemplo de que lo importante no es como se empieza, sino como se acaba. Fuera de los jugadores inscritos en varios partidos, con muy pocos minutos en la rotación de Laso, falto de confianza y con algunos problemas personales, los primeros meses de Thompkins en la capital no fueron nada fáciles.
Uno de los mejores ala-pívots de Europa, como así lo demostraban sus números en Rusia, enseñaba su tremenda calidad con cuentagotas. Muy buena actuación en la Intercontinental ganada en Brasil, y tras eso, la nada. El fichaje de K.C. Rivers lo complicó todo aún más. Con la lesión de Rudy, Laso apostó por el escolta americano, lo que dejó a Thompkins fuera de los 12 inscritos en más de un partido. Para colmo, pequeñas lesiones le impedían alcanzar un ritmo de juego constante. Su salida del equipo al final de temporada se daba por segura.
Pero cuando sabes jugar a baloncesto y además muy bien, y sigues trabajando, acabas recogiendo los frutos, y esto es lo que hizo Trey. En ataque le empezaron a entrar los tiros que antes se salían, y en defensa empezó a aplicarse de verdad. Sus 25 puntos frente al Barça en el la victoria blanca por 86-91, fueron el punto de inflexión. A partir de ese momento, se vio al Thompkins por el que suspiraban muchos de los grandes equipos del baloncesto continental.
Con el fichaje de Anthony Randolph, su continuidad se había vuelto a poner en duda. Junto con Ayón, el equipo tiene 3 extracomunitarios, algo que no importa en Euroliga, pero si en ACB. Pronto salieron los rumores de una posible salida de Thompkins con destino al Efes turco. El club no ha tardado en responder, renovando al jugador por dos temporadas más.
Tarea de Laso será administrar este potentísimo juego interior y darle la adecuada dosis de protagonismo a los Reyes, Hunter, Ayón, Randolph y Thompkins. Tengamos muy claro que la calidad nunca sobra en un equipo, y Thompkins ha demostrado que la tiene.
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